La Promesa: Leocadia revela al asesino de Jana mientras la venganza de Catalina desata la guerra

Esta semana en La Promesa la calma estalla en mil pedazos con dos giros que marcarán un antes y un después en la historia. El misterio más doloroso del palacio llega a su fin: bajo la presión y el chantaje de Lorenzo, Leocadia revive aquella fatídica noche en la que Jana perdió la vida y, entre lágrimas y miedo, termina revelando lo que nadie esperaba: que el verdadero asesino no fue otro que el propio capitán de la Mata. Ella lo vio todo, fue testigo de cómo Lorenzo empujó a Jana en medio de la lluvia y la condenó a una muerte brutal, y desde entonces carga con ese secreto que la ha convertido en rehén silenciosa de su verdugo.

La confesión sacude los cimientos de la casa, porque no solo confirma la culpabilidad del capitán, sino también la indefensión en la que queda Leocadia, atrapada en un pacto con el diablo. Lorenzo, implacable, no se conforma con su silencio: exige el control de la empresa de Manuel, utilizándola como moneda de cambio y amenazando con destruirla a ella y a su hija si no obedece. Mientras tanto, Manuel, sin sospechar la red en la que su madre está enredada, decide cortar con el pasado y renunciar al legado familiar para forjar su propio destino, una decisión que desbarata los planes de todos y que pone aún más presión sobre Leocadia.

Pero los secretos de sangre no son el único incendio que arrasa los salones de La Promesa. Catalina, harta de las humillaciones del barón de Valladares, decide responder con una venganza que no solo es un gesto de rebeldía, sino una declaración de guerra abierta. Su osado plan —volcar toneladas de estiércol a las puertas del palacio del barón— enciende la mecha de un enfrentamiento sin retorno. El mensaje es claro: no piensa doblegarse, aunque con ello arrastre a toda su familia a la furia de uno de los hombres más poderosos y crueles del reino. La respuesta del barón no tarda en llegar: primero, una amenaza velada con una rosa despojada de espinas; después, la irrupción violenta en el salón de los Luján, rugiendo promesas de ruina y venganza. La guerra ya está declarada.

Mientras tanto, el supuesto secuestro de Ángela se revela como otra de las maquinaciones de Lorenzo. La joven reaparece débil, traumatizada y marcada por el miedo, confirmando que ha sido víctima de un encierro cruel destinado a someter a su madre. El regreso de la doncella desata un alivio efímero y al mismo tiempo un odio feroz en Leocadia, que por fin enfrenta cara a cara al capitán, aunque vuelve a quedar sometida por sus amenazas.

Entre tanto dolor, en la servidumbre también se juegan pequeñas batallas de amor y de perdón. Lope y Vera intentan reconciliar sentimientos que parecen irreconciliables; Toño y Simona se funden en un abrazo de perdón tras años de rencores heredados; María Fernández, ahogada por un amor imposible hacia Samuel, toca fondo en una espiral de vergüenza y confesiones; Pía y Ricardo sufren la humillación calculada de Cristóbal, que parece empeñado en reducirlos a cenizas.

Pero nada de eso logra eclipsar los dos frentes que ahora consumen a todos: por un lado, la sombra de un asesinato que, tras tanto tiempo, revela su verdadero rostro en Lorenzo; por el otro, la osadía de Catalina, que con un solo gesto ha desafiado al barón de Valladares, atrayendo sobre los Luján una tormenta de consecuencias imprevisibles.

¿Podrán los habitantes de La Promesa sobrevivir a la verdad que Leocadia ha desenterrado y a la guerra que Catalina ha iniciado? Lo cierto es que la calma ya no existe, y cada personaje deberá elegir si luchar, huir o ser devorado por la tormenta que se avecina.