‘La Promesa’, avance del capítulo 674: Leocadia humilla a Catalina y Vera rompe con Lope

El capítulo 674 de La Promesa, emitido este viernes 12 de septiembre, se convierte en una auténtica tormenta emocional que sacude cada rincón del palacio. Los personajes afrontan decisiones desgarradoras, reencuentros cargados de ternura y rupturas definitivas que marcarán un antes y un después en la historia. La confesión de Catalina continúa haciendo temblar los cimientos de la familia Luján, mientras Leocadia muestra su rostro más cruel al humillarla sin piedad. Al mismo tiempo, Vera toma la decisión más dolorosa de su vida: romper con Lope, incapaz de soportar la falta de confianza que la asfixia. Y mientras unos vínculos se destruyen, otros buscan renacer entre la esperanza y la impotencia.

La confesión de Catalina sobre su elaborada venganza contra el barón de Valladares no fue un simple gesto de rebeldía: fue una detonación que sacudió a todos los Luján. Alonso, el marqués, no logra conciliar el sueño. Camina inquieto por su despacho, torturado por la mezcla de orgullo y miedo que le inspira su hija. Por un lado, la valentía de Catalina lo llena de admiración, pero por otro, teme que haya ido demasiado lejos y que sus acciones acaben condenando a toda la familia. Cuando entra en la habitación de la joven, la encuentra agotada, sin fuerzas, pero firme en su convicción de que ha hecho lo correcto. Su conversación refleja un delicado equilibrio entre la ternura de un padre preocupado y la determinación de una hija que no está dispuesta a dejar que el recuerdo de su madre sea mancillado por la memoria del barón. Catalina defiende su “muerte social” como la única justicia posible, mientras Alonso teme que haya abierto una caja de Pandora imposible de cerrar. La tensión entre ambos se mezcla con un dolor compartido, y aunque el marqués intenta consolarla, sabe que la batalla apenas comienza.

La Promesa', avance semanal del 8 al 12 de septiembre: una dolorosa ruptura  y Ángela reaparece | Series

En paralelo, Curro desafía las órdenes de Leocadia y, arriesgándolo todo, se infiltra de noche en los pasillos para ver a Ángela. La escena está cargada de suspense: cada sombra parece delatarlo, cada crujido amenaza con descubrirlo. Al llegar a la habitación de su amada, no encuentra paz sino un obstáculo aún mayor: uno de los hombres de confianza de Leocadia, apostado como guardián. La confrontación es tensa, pero Curro se mantiene firme, dispuesto a todo con tal de proteger a Ángela. Al final, logra quedarse a solas con ella, y el reencuentro es tan tierno como desgarrador. Ángela, entre lágrimas, confiesa el miedo que ha sentido bajo el yugo de Leocadia y la certeza de que Lorenzo fue quien la utilizó como peón en su retorcido plan. Pero ambos saben que carecen de pruebas y que su amor está rodeado de enemigos poderosos. El abrazo que comparten en la penumbra simboliza tanto su esperanza como su impotencia, un refugio fugaz en medio de una realidad cruel.

Mientras tanto, Vera libra su propia batalla. Frente al espejo de su humilde habitación, revela a Teresa su decisión de reencontrarse con su familia, pese a los riesgos. Teresa intenta hacerla desistir, recordándole el dolor y la traición que sufrió, pero Vera está decidida: necesita cerrar heridas, mirarse en el espejo de su pasado y demostrar que sobrevivió. Esta determinación choca frontalmente con Lope, quien incapaz de comprenderla termina por asfixiarla con su exceso de protección. La discusión entre ambos se convierte en una descarga de reproches: él la acusa de arriesgarse inútilmente, mientras ella le recrimina que solo la ve como víctima, no como la mujer fuerte que es ahora. Entre lágrimas y gritos, Vera comprende que el amor no basta si no hay confianza. Con una calma devastadora, le dice a Lope que su historia ha terminado. La ruptura es definitiva, y aunque ambos se desgarran por dentro, ella se marcha convencida de que necesita ser libre incluso si eso significa perder al hombre que ama.

No todos los hilos narrativos son tan oscuros, aunque tampoco carecen de dolor. Toño, con el corazón desbordado de ilusión, comparte con Manuel su deseo de pedirle matrimonio a Enora. Su entusiasmo choca con la cautela de su amigo, que teme que todo ocurra demasiado rápido. Pero Toño, convencido de que ha encontrado al amor de su vida, no escucha razones. Con un ramo de flores en la mano y la esperanza latiendo en el pecho, se declara a Enora en el jardín. Lo que recibe, sin embargo, es un rechazo inesperado y brutal. La joven, presa del pánico, le dice que no puede casarse con él ni con nadie. Sin más explicaciones, huye, dejando a Toño destrozado, con un corazón hecho pedazos y más preguntas que respuestas.

En los pasillos de La Promesa, Martina también se ve arrastrada a una encrucijada. Jacobo, siempre calculador, la presiona con halagos envenenados para que acepte formar parte del Patronato de la Milagrosa. Su argumento es claro: mientras Catalina arrastra el apellido familiar a la ruina con sus escándalos, Martina puede redimirlo con su presencia en círculos respetables. Aunque la idea la repugna, Martina cede ante el peso de la responsabilidad y accede, consciente de que su decisión la convierte en un peón más del juego de Jacobo.

En el otro extremo del palacio, Pía y Ricardo encuentran en su amor un oasis de esperanza. Sueñan con un futuro juntos, lejos de La Promesa, en una pequeña casa donde criar a sus hijos en paz. Pero esa ilusión se rompe con la llegada de Cristóbal, cuya presencia impone un aire de amenaza insoportable. Sus insinuaciones hacia Pía la llenan de miedo, mientras Ricardo contiene su rabia, sabiendo que enfrentarlo directamente solo pondría a su amada en mayor peligro.

Avance semanal de 'La promesa': Leocadia, fuera de sí, recuerda lo ocurrido  la noche que murió Jana - La promesa

María Fernández, por su parte, continúa luchando contra los fantasmas de su pasado. Una pesadilla la sumerge en el horror de su tiempo en el sanatorio, pero Samuel acude en su ayuda, ofreciéndole apoyo sin juicios ni preguntas. Entre ambos surge un vínculo profundo, aún indefinido, pero cargado de empatía y comprensión. En medio de tanta oscuridad, esa complicidad se convierte en un rayo de luz.

El punto más intenso del episodio llega cuando Leocadia irrumpe en la biblioteca para enfrentarse a Catalina. Sus palabras son afiladas, humillantes, diseñadas para arrancarle hasta la última pizca de seguridad. La acusa de ser una niña ingenua, de haber puesto en riesgo a toda su familia y de jugar a un juego que la supera. Catalina resiste como puede, pero cada frase de Leocadia es un golpe que la hiere en lo más profundo. Cuando la mujer se marcha, dejándola hundida en un silencio devastador, Catalina siente que su victoria contra el barón ha perdido todo su brillo y que la humillación ha convertido su triunfo en una derrota amarga.

El episodio concluye con un clima cargado de emociones extremas: el pacto de unión entre Alonso y Manuel, la ruptura definitiva entre Vera y Lope, el rechazo inesperado de Enora a Toño, y la humillación de Catalina a manos de Leocadia. Todo ello enmarca un capítulo donde los lazos familiares, las pasiones y las heridas del pasado se entrelazan en una red de dolor y esperanza. Y mientras el sol se pone sobre La Promesa, tiñendo el cielo de tonos rojos y púrpuras, queda claro que las consecuencias de estas decisiones resonarán durante mucho tiempo en los muros del palacio.

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