LA PROMESA – Antes de morir, Alonso deja una carta que pondrá a todos los villanos en la cárcel
La promesa hace una hora. Manuel y Alonso se unen a Curro y destruyen a Lorenzo para siempre.
Lo ocurrido en la Promesa fue histórico: por primera vez, tres generaciones de los Luján —Manuel, Curro y el propio marqués Alonso— se aliaron con un único fin: terminar para siempre con Lorenzo de la Mata, el hombre que había sembrado dolor en la familia durante años.
Todo comenzó cuando Curro, tras semanas investigando por su cuenta, decidió que ya no podía seguir callando. Temiendo actuar solo y consciente del peligro, buscó al único que podía ayudarle: Alonso. Al amanecer, se presentó en su despacho para confesarlo todo. El marqués, devastado desde la muerte de Cruz y los recientes golpes contra su familia, escuchó cómo el joven le revelaba pruebas contundentes: la compra de veneno, las amenazas contra Ángela, la complicidad de Leocadia… y la certeza de que Lorenzo había asesinado a Hann.
Alonso, tras asimilar la traición, pasó del asombro a una determinación fría: había llegado el momento de ajustar cuentas. Con pruebas sólidas, decidió ponerse del lado de sus hijos y enfrentarse al capitán.
Mientras tanto, Manuel, atormentado por la muerte de Hann y sin poder dormir, descubrió en secreto una caja en el despacho de Lorenzo. Dentro halló una carta escrita por el propio capitán, donde describía con absoluta frialdad los pasos para “eliminar” a la criada que afectaba al heredero. Aquellas palabras lo llenaron de rabia. Cuando Curro lo visitó, ambos comprendieron que tenían la prueba definitiva… y que Alonso ya estaba con ellos.
Los tres se reunieron en el despacho del marqués para sellar un pacto: acabar con Lorenzo. Alonso reconoció sus errores, pidió perdón a sus hijos y, con ellos, planeó una emboscada pública para evitar que el capitán pudiera huir o manipular la situación. Convocarían una falsa reunión familiar y lo desenmascararían delante de toda la casa.
Así, al día siguiente, el salón se llenó de criados y allegados. Pía sabía el plan y había organizado todo. Cuando Lorenzo llegó creyendo que era una junta sobre la hacienda, ya estaba atrapado sin saberlo.
Manuel exhibió la carta que incriminaba al capitán. Curro añadió más pruebas. El padre Samuel declaró haberlo visto comprar veneno. El ambiente se tensó hasta que Lorenzo, acorralado, trató de escapar, pero los criados y Curro bloquearon cualquier salida.
Entonces estalló: primero negó todo, luego justificó sus actos y, finalmente, terminó confesándolo abiertamente, diciendo sin pudor que Hann “era un obstáculo” y que había actuado “por el bien de la familia”. Manuel, desbordado por la rabia, lo golpeó, pero Alonso impidió que el conflicto pasara a mayores.
Ángela también enfrentó a Lorenzo y rompió públicamente su compromiso, arrojando el anillo a sus pies. Declaró que prefería quedarse soltera antes que unirse a un asesino. Curro se colocó frente a ella para protegerla, sin permitir que Lorenzo se acercara.
Pero aún quedaba otra cómplice: Leocadia. Cuando apareció, Curro reveló una carta que la incriminaba. Ella intentó negar cualquier responsabilidad, pero quedó claro que había encubierto el crimen y presionado a Ángela para casarse con un asesino. Su propia hija la repudió, afirmando que no aceptaría un “amor” cimentado en la muerte.
Finalmente, Alonso llamó a los oficiales de la Santa Hermandad, quienes entraron y arrestaron a Lorenzo. Éste, esposado y sin salida, lanzó amenazas veladas antes de ser llevado a prisión. Leocadia quedó bajo arresto domiciliario a la espera de una investigación por complicidad.
Tras la tormenta, el salón quedó en silencio. Los criados se retiraron lentamente, asimilando lo ocurrido. Pía