SENTENCIA PARA PETRA CON LA ENFERMEDAD QUE NADIE VIO || CRÓNICAS de La Promesa Serie

Que me mareé un poco, solo eso

La Promesa se prepara para una de las tramas más inquietantes de los últimos tiempos y todo gira alrededor de Petra Arcos, la mujer que durante años ha sido la figura más temida, autoritaria y gruñona del palacio. Lo que parecía un simple accidente doméstico se está transformando en una amenaza silenciosa que podría marcar el principio del fin de esta villana eterna. Todo comenzó con un desmayo aparentemente sin importancia y con una herida mínima en el brazo, pero los detalles que nadie quiso atender se convierten ahora en señales inequívocas de que algo grave se avecina.

La historia se desencadena cuando, tras tropezar con unas herramientas que los trabajadores habían dejado descuidadamente en el jardín, Petra sufrió un corte. Nada parecía alarmante en aquel momento: un rasguño, un poco de sangre y el orgullo herido de una mujer que nunca ha permitido que nadie la vea débil. Sin embargo, esa pequeña herida fue atendida de la manera más improvisada posible, no por un médico, sino por el propio padre Samuel, que con buena voluntad la desinfectó y le colocó una cura rápida. Petra, fiel a su carácter orgulloso, rechazó la idea de llamar al doctor, convencida de que no era necesario.

Desde ese instante, su transformación ha sido paulatina, casi invisible para los demás. Primero fueron ligeros mareos, luego un dolor en el cuello que ella atribuyó al cansancio. Más tarde se quejó de insomnio y su mal humor habitual se intensificó hasta límites insospechados. Lo curioso es que, pese a todo, siguió negándose a recibir asistencia médica. Su obsesión por mostrarse fuerte y su rechazo a admitir debilidad la llevaron a ocultar su verdadero estado. Para el resto de los criados y habitantes del palacio, solo era Petra siendo Petra: malhumorada, seca y exigente.

Avance semanal de 'La Promesa': El secreto de Enora del 15 al 19 de  septiembre

No obstante, esta semana la situación dará un giro. Según los avances, veremos a Petra acudir finalmente al médico, aunque forzada por la insistencia de quienes la rodean. El diagnóstico inicial será desconcertante: el galeno le dirá que solo se trata de tortícolis, una contractura muscular en el cuello provocada por tensión o mala postura. A simple vista, una explicación convincente, pero que no logra justificar la magnitud de los síntomas que arrastra desde hace días. Y aquí es donde entra en juego el verdadero enigma: ¿estamos frente a un diagnóstico equivocado?

Los espectadores más atentos no han tardado en unir las piezas. La herida causada con herramientas oxidadas, los dolores en el cuello, la rigidez, la irritabilidad y el insomnio son síntomas que encajan con una enfermedad temida y mortal en la Europa de principios del siglo XX: el tétanos. Esta infección bacteriana, transmitida por heridas contaminadas con tierra o polvo, era conocida como el “mal de los espasmos” o el “mal de cuello torcido”, precisamente porque sus primeros síntomas eran la rigidez mandibular y cervical, acompañada de espasmos dolorosos.

Históricamente, resulta verosímil. Estamos en 1916, en plena Primera Guerra Mundial, una época en la que los soldados caían por centenares a causa de heridas infectadas por clostridium tetani. La medicina de entonces carecía de los avances modernos, y la vacuna contra esta bacteria no apareció hasta 1924. Por lo tanto, una mujer como Petra, viviendo en un entorno rural, con un acceso limitado a tratamientos y con una herida mal curada, estaría en un riesgo mortal si realmente se tratara de esta infección.

Lo inquietante es que Petra se niega a aceptar la posibilidad de estar enferma. Ella cree firmemente que todo se reduce a un accidente menor, un malestar pasajero. Esta actitud, junto con la negligencia inicial al no acudir a un especialista, ha permitido que la enfermedad avance sin control. Y ahora, cuando parece demasiado tarde, los síntomas se hacen cada vez más evidentes y difíciles de ocultar.

La trama adquiere un tono trágico porque la figura de Petra siempre ha sido la de una mujer indestructible. Mandona, feroz, despiadada, nunca se permitió el lujo de mostrar debilidad. Para muchos en el palacio, verla flaquear sería casi inconcebible. Pero el destino, o la justicia poética, podría estar jugando su carta final. Una villana que ha hecho sufrir tanto a los demás puede caer derrotada no por un enfrentamiento, sino por un detalle mínimo: una herida olvidada que se infectó silenciosamente.

Los rumores fuera de la ficción refuerzan esta teoría. María Castro, intérprete de Pía, comentó en una entrevista que algunos personajes de La Promesa se marcharán próximamente. No especificó si esas salidas serán por muertes o despedidas voluntarias, pero la posibilidad de que Petra sea uno de esos nombres cobra cada vez más fuerza. Han pasado ya más de dos años y medio desde el inicio de la serie, y es lógico que algunos intérpretes busquen nuevos proyectos. En ese contexto, la desaparición de Petra del palacio sería un desenlace coherente tanto para la trama como para la realidad de la producción.

Lo más simbólico es que todo parece confluir en una paradoja: la mujer que siempre se creyó invencible podría ser derrotada por su propio orgullo. Si desde el principio hubiera aceptado ayuda médica, quizás la herida habría sanado sin mayor complicación. Pero su negativa constante ha dejado la puerta abierta a la bacteria que ahora la consume desde dentro. El castigo, si lo vemos en términos narrativos, no es otro que la consecuencia de su soberbia.

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El público está dividido. Algunos piensan que sería un desenlace justo, el precio de sus malas acciones y de su trato despótico hacia los demás. Otros consideran que, pese a todo, Petra es un pilar de la serie y su ausencia dejaría un vacío imposible de llenar. Después de todo, su carácter explosivo y su lengua afilada han marcado innumerables escenas memorables en La Promesa. Sin ella, el palacio perdería una de sus voces más implacables.

La próxima semana promete resolver algunas incógnitas. Petra recibirá un diagnóstico médico, aunque no definitivo, y todo apunta a que los síntomas seguirán empeorando. La tensión se incrementará cuando los habitantes del palacio perciban que su estado no mejora, pese a lo que dicta la versión oficial del doctor. La rigidez del cuello, el insomnio y el dolor persistente serán señales imposibles de ignorar. ¿Llegarán a la conclusión de que se trata de tétanos? ¿O será demasiado tarde cuando lo hagan?

Lo cierto es que el espectador ya está preparado para un giro drástico. La posibilidad de que Petra muera en las próximas semanas está más presente que nunca. Y si eso ocurre, será un acontecimiento que marcará un antes y un después en la historia de La Promesa. La caída de la mujer más temida del palacio abriría un nuevo capítulo lleno de incertidumbres. ¿Quién ocupará su lugar? ¿Qué consecuencias tendrá su ausencia en la dinámica de los personajes?

Por ahora, solo queda especular. Lo que está claro es que la serie ha sabido sembrar con maestría las pistas necesarias para que los seguidores vivan al borde del asiento. Una simple herida, un gesto de cansancio, una mirada perdida… y la sombra de una enfermedad mortal que avanza en silencio. Petra Arcos, la eterna villana, podría estar protagonizando sus últimas escenas. Y si la bacteria que amenaza su vida sigue su curso, su destino será inevitable.

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